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Este artículo fue traducido por INCP, Instituto Nacional de Contadores Públicos de Colombia.

En el artículo de la publicación Knowledge Gateway de la IFAC Cómo redefinir la contabilidad del mañana, propusimos una nueva definición de la contabilidad como “una práctica técnica, social y moral que se ocupa del uso sostenible de los recursos y de la adecuada rendición de cuentas para permitir que prosperen las organizaciones, personas y la naturaleza en sí misma”.

Tanto los contadores profesionales como los que se dedican a otras actividades, deben apreciar y comprender los efectos de la contabilidad en las organizaciones, personas y naturaleza misma para contribuir en la creación de un mundo mejor. Tras recibir una aceptación abrumadora por parte de los académicos frente a nuestra definición, pasamos a analizar las implicaciones para la educación contable.

Los educadores desempeñan un papel fundamental a la hora de permitir que los contadores aspirantes aprecien sus obligaciones. Resulta fundamental para el futuro de la profesión que la contabilidad desempeñe un papel importante en la respuesta a las “grandes preguntas” de la sociedad y en la resolución de sus problemas espinosos, por ejemplo: la crisis climática, la pandemia, la sostenibilidad, los derechos humanos, la pobreza y desigualdad, la opresión, la guerra, el hambre y la inseguridad alimentaria, el suministro y tratamiento del agua, los movimientos mundiales de refugiados, la prestación de asistencia sanitaria, el hábitat y la biodiversidad, la corrupción y la responsabilidad de los Gobiernos, la disponibilidad y la accesibilidad de la educación, entre otros. 

En cuanto a la estrategia de los educadores contables, nuestra propuesta en el marco de la nueva definición de la contabilidad podría cimentarse en tres cuestiones conceptuales claves:

  • Práctica técnica: “¿cómo ejercer la contabilidad?”
  • Práctica social: “¿qué hace la contabilidad?”
  • Práctica moral: “¿qué debe hacer la contabilidad?” o “¿qué no debe hacer la contabilidad?”

La contabilidad debe estudiarse y evaluarse en los contextos en los que opera. Tanto si es cambiante como si no, la contabilidad tiene repercusiones en el comportamiento humano, en la configuración de la cultura organizacional y en el condicionamiento de lo que pensamos y hacemos.

Los estudios de casos, ya sea en contextos organizacionales y sociales específicos o en escenarios realistas, son un medio clave para entender la contabilidad en sus contextos, ya que permiten tener un intercambio de ideas, debates y por consiguiente una mejor comprensión. Los estudios de casos, por supuesto, no son nuevos en la contabilidad. No obstante, centrarse en la identificación y evaluación de los efectos contables en los contextos en los que opera es imprescindible para comprender y articular las implicaciones en el funcionamiento y desarrollo organizacional y social. Se trata de una ampliación necesaria al momento de redefinir el concepto contable como práctica técnica, social y moral.

La educación contable basada en casos permite desmontar la noción, sostenida por muchos alumnos, acerca de “¿cuál es la respuesta correcta?”. Por desgracia, el uso de esta pregunta por parte del alumno de hoy parece acercarse al punto de saturación. Por ello, se anima a los futuros contadores a ofrecer a la sociedad algo más que lo que proporciona una mentalidad de la aparente “contabilidad correcta”. De este modo, los profesionales contables del mañana deberán contribuir con las respuestas a las “grandes preguntas” y a la resolución de los «problemas complejos» trabajando en conjunto con otras disciplinas, para así lograr mayores perspectivas de avanzar no solo en el interés público, sino también en el interés del planeta.

En la educación contable, en lugar de que los alumnos reciban “respuestas”, deberían prepararse desde la primera clase de su asignatura «Contabilidad 101» para argumentar posiciones desarrolladas y sostenidas sobre la base del uso del juicio, la perspicacia en la toma de decisiones y la apreciación de los efectos de la contabilidad. Con esta orientación, la contabilidad resulta ser una disciplina estimulante desde el punto de vista intelectual que, si bien supone un reto, tiene un considerable potencial para ser emocionante en beneficio del bien social “y permitir así que prosperen las organizaciones, las personas y la naturaleza”.

El aprendizaje computacional ha abierto grandes oportunidades con una eficacia considerable en el uso, la inmersión y la apreciación de las tecnologías cambiantes en la contabilidad. Sin embargo, a menudo se expone a los estudiantes la formación contable como una mera práctica técnica con paquetes de software sofisticados que se venden en el mercado, lo que brinda espacios rápidos para desarrollar dichas competencias en los alumnos.

Los libros clásicos de contabilidad no parecen evolucionar de forma significativa en este contexto tecnológico de principios de la década de 2020. Los textos parecieran estar algo anclados en un pasado cada vez más lejano, y no abarcan debidamente los avances tecnológicos ni una apreciación adecuada de todas las grandes concepciones de la contabilidad derivadas de las investigaciones publicadas.

Una nueva definición de la contabilidad, polifacética, exhaustiva y más inclusiva, como la que se propone anteriormente, es realmente necesaria para informar la enseñanza, el aprendizaje y la práctica profesional. A continuación, se exponen algunas ideas y planteamientos para su reflexión:

  1. Lo esencial en la educación contable es la calidad de la enseñanza y el aprendizaje, no solo la cantidad o la extensión de los temas abordados.
  2. Es fundamental que se dedique tiempo a la enseñanza y comprensión de la naturaleza, las funciones, los usos y las repercusiones de la contabilidad en sus contextos operativos, tanto en las organizaciones como en las sociedades. 
  3. La investigación contable ayuda a resolver problemas y a crear un futuro mejor que oriente la enseñanza. Es preciso fomentarla, defenderla y desarrollarla, no solo con fines introspectivos de posicionamiento en revistas, sino que realmente alimenten las clasificaciones universitarias internacionales.
  4. Cuestionar las ideas convencionales en la contabilidad y otras disciplinas académicas. Esto es fundamental para mantener y desarrollar la viabilidad de la educación universitaria y para contribuir a crear un mundo mejor en beneficio de los seres humanos y demás seres vivos. ¡No tenemos un planeta B!
  5. Eduquemos a los alumnos en los deberes de los contadores y en las consecuencias de la contabilidad. El aula del profesional contable debe reflexionar sobre el mundo actual mediante ilustraciones en los medios de comunicación y otras fuentes disponibles como prácticas técnicas, sociales y morales. Los recursos didácticos deben estimular la capacidad de los alumnos para convertirse en aprendices de por vida, con una mentalidad y conciencia críticas, para así satisfacer sus necesidades y las de la sociedad.

Por último, corresponde a los educadores actuar y enseñar la contabilidad como lo que es: una práctica técnica, social y moral. Ahora bien, aún no se ha alcanzado todo el potencial de la contabilidad; sus repercusiones son importantes y de gran alcance, pero rara vez se identifican y evalúan antes de la aplicación de normas contables en contextos organizacionales y sociales concretos.

En resumen, la educación contable debe dejar de considerarse un proceso para lograr el cumplimiento de la normativa, en el que se hace hincapié en la contabilidad solo como práctica técnica. Sobre la base de las investigaciones contables llevadas a cabo en la tradición sociológica, interpretativa y crítica desde principios hasta mediados de los años 80, los educadores pueden desarrollar la educación contable en el marco que ofrece nuestra propuesta de una nueva definición de la contabilidad. También se insta a los educadores a aprovechar la mentalidad de nuestros alumnos en torno a los temas contemporáneos a los que se enfrenta el mundo como una forma de enfoque de asociación para incorporar e integrar dichos temas en el plan de estudios.

Existen oportunidades y desafíos para posicionar la contabilidad del mañana como una práctica técnica, social y moral combinada que contribuya a dar forma a un mundo mejor, un mundo que se preocupe cada vez más por hacer prosperar las organizaciones, las personas y la naturaleza.

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Eva Tsahuridu, PhD

Business Ethicist, Board Director

Dr. Eva Tsahuridu is a business ethicist who has been researching, teaching and advising on business and professional ethics for over two decades.  Eva is currently a board director and advisor.  She is the section editor of Practice in Business Ethics of the Journal of Business Ethics, an executive editor of Philosophy of Management and the deputy chair of the Australasian Business Ethics Network. Eva writes for practitioner and academic publications and her research interests include personal and organisational ethical conduct, whistleblowing, ethical and professional standards and philosophy of management.

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A man standing wearing a tan jacket and light blue glasses
Garry Carnegie

Emeritus Professor, Department of Accounting, RMIT University

Garry Carnegie is an Emeritus Professor of RMIT University having served as Head, School of Accounting and Professor of Accounting at RMIT from 2010 to 2017. Prior to joining academe in 1985, Professor Carnegie gained experience in the IT industry, professional accounting services and in financial services. Prior to joining RMIT, he held full-time professorial posts at Deakin University, Melbourne University Private/The University of Melbourne, and at the University of Ballarat (now Federation University Australia). He was the Editor/Joint Editor of Accounting History for a continuous period of 25 years and is an Associate Editor of Accounting, Auditing & Accountability Journal. He is Joint Editor of the EE Handbook of Accounting, Accountability and Governance.

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Lee Parker

Lee Parker is Research Professor of Accounting, Glasgow University, Scotland. Globally published, Lee is joint founding editor of Accounting, Auditing & Accountability Journal and member of over 20 journal editorial boards. He has been President: Academy of Accounting Historians (USA), American Accounting Association Public Interest section, Vice-President (International) American Accounting Association, President CPA Australia (SA Division), Deputy Chair Australian Institute of Management (SA), member of the Australian Accounting Hall of Fame and the Australian Centre For Social and Environmental Accounting Research Hall of Fame.