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La tecnología tiene un impacto muy amplio en nuestras actividades diarias, así como en nuestro entorno de trabajo. Por esta razón, un número cada vez mayor de organizaciones de profesionales de la contabilidad (PAO), así como IFAC y el Comité de firmas pequeñas y medianas (SMP), están comprometidos con ayudar a los profesionales de la contabilidad a adaptarse a los desafíos que el cambio tecnológico comporta para continuar prestando servicio a sus clientes y al interés público.
La tecnología afecta el entorno de trabajo del auditor, tanto en la metodología aplicada para realizar una auditoría como en nuestras relaciones con los clientes y empleados. Hoy en día, la visibilidad de la firma en el mercado, nuestros propios procesos internos de gestión, la comunicación interna y externa, y muchos otros aspectos de nuestras actividades profesionales dependen e incluso prosperan sobre la base de la tecnología.
Específicamente, las tecnologías de la información son cada vez más esenciales para registrar las transacciones financieras de nuestros clientes. Por un lado, la confianza en los estados financieros depende de la capacidad de los sistemas de tecnología de la información para garantizar la integridad y exactitud de los datos que se capturan. Por otra parte, el control interno en cualquier organización mediana o grande implica la confianza en su sistema de información, así como en los sistemas de comunicaciones que operan en un marco tecnológico adecuado. Después de todo, la fortaleza de los controles establecidos es esencial para que los auditores puedan confiar en los datos económicos y financieros subyacentes que se obtienen a través de un sistema de tecnología de la información.
Por ejemplo, gracias al desarrollo de aplicaciones de nube, que permiten el acceso desde cualquier ubicación, la actualización de los datos contables ahora se puede realizar de forma instantánea y remota. Una vez más, un análisis detallado de las condiciones de seguridad de dichos sistemas, procedimientos y comunicaciones es esencial para nuestro trabajo como auditor cuando se trata del tema de integridad de los datos.
Actualmente, los sistemas de información nos han permitido acceder a una gran cantidad de datos como nunca antes. El uso de análisis de datos nos ayuda a detectar anomalías (tanto en tiempo como en volumen) que pueden permitirnos profundizar en transacciones “excepcionales” que requieren un análisis más detallado. Esto incluye, por ejemplo, transacciones excepcionales, como pagos repetidos al mismo proveedor o por el mismo producto, ajustes o acumulaciones excepcionales en ciertas fechas específicas, etc. Todo esto nos permite enfocar nuestros esfuerzos de auditoría en los riesgos potenciales de transacciones irregulares que no se detectaron durante otros procesos de auditoría.
Cuando nuestro trabajo se basa en el análisis de riesgos significativos (y en los informes excepcionales), así como en la confianza en los sistemas de control interno de nuestro cliente, ¿sigue teniendo sentido la auditoría anual como la concebimos hoy en día? Ciertamente, nuestra función como auditores sigue siendo relevante, ya que somos los expertos independientes que pueden verificar la presentación apropiada que involucra transacciones financieras complejas (según los criterios aplicados o el marco de presentación de informes) y concluir que se está presentando de una manera cierta y fiel. Pero, probablemente, la sociedad y el cliente apreciarán un flujo de información más continuo en lugar detan solo nuestra opinión de auditoría emitida una vez al año.
Ciertamente, debemos analizar y seguir enfatizando, desde la perspectiva de nuestro código de ética e independencia, los riesgos principales de la empresa que estamos auditando, cómo está respondiendo a ellos y nuestra opinión con respecto a la idoneidad de estas respuestas. Sin embargo, tiene mucho menos sentido que nuestra opinión se exprese en un solo informe anual que simplemente refleje situaciones históricas unos meses después del final del año fiscal cuando estamos hablando de aportación de valor real de una auditoría para nuestros clientes.
Los operadores del mercado requieren información periódica que sea más dinámica y, de formas variadas, más enfocada, incluida la información financiera y la no financiera. Si podemos tener acceso a los datos en tiempo real y si los sistemas de control interno funcionan de manera confiable, solo tenemos que evaluar si los criterios aplicados a ciertas transacciones anómalas o a algunas situaciones nuevas (que el sistema actual tal vez no es capaz de tratar en forma adecuada) son los apropiados de acuerdo con el marco de información financiera aplicable. Aquí es donde la potencia de los informes excepcionales puede ser más beneficiosa. La información trimestral requerida por los mercados bursátiles es un signo de la tendencia de lo que el mercado podría apreciar: corto, breve y muy centrado.
¿Y qué podemos decir de nuestro entorno de trabajo? Los valores de nuestra sociedad y especialmente los de los jóvenes, están cambiando. Las largas jornadas y las características más repetitivas de la auditoría no son atractivas para las nuevas generaciones. Esto ciertamente hace que nuestra profesión sea menos atractiva, aunque en ocasiones se considera como un campo de formación para otras actividades profesionales, ya que todavía hay un valor incuestionable en la experiencia obtenida en una firma de auditoría. Pero, más allá de esto, corremos el riesgo de empezar a perder talento. Si no adaptamos nuestros procedimientos y cambiamos nuestro entorno de trabajo, corremos el riesgo de perder los mejores talentos entre las generaciones más jóvenes.
Además, si no tenemos un equipo que esté mejor capacitado y mejor preparado que nuestros clientes, no podremos agregar mucho valor para éstos. La tecnología puede ayudarnos en este sentido. Un análisis continuo sobre las operaciones de los clientes, la supervisión de los innumerables riesgos a los que se enfrenta cualquier empresa usando y respondiendo a la tecnología, y la integridad y exactitud de las transacciones que se recogen y reportan permiten distribuir el trabajo de forma más homogénea a lo largo del tiempo.
Además, la tecnología, obviamente, también nos permite trabajar de forma remota y nuestros empleados puede acceder a los sistemas de los clientes desde cualquier lugar. Esto también se adapta mejor a los valores de las generaciones más jóvenes.
No hay duda de que una firma de auditoría tecnológicamente avanzada será más atractiva para los jóvenes talentos que otra firma con un enfoque más tradicional, que puede considerarse obsoleta e irrelevante. Las generaciones más nuevas son de nativos digitales y reconocen fácilmente a una empresa con visión de futuro que se adecúa a sus aspiraciones profesionales.
Estar preparado para los cambios es esencial a fin de continuar respondiendo al interés general de nuestra profesión. Y esto tiene que ver con una dirección progresista dentro de nuestra firma. Por supuesto, la mera adaptación tecnológica no es suficiente. Podemos pedir asesoramiento a las PAO y otros expertos, pero tendremos que cambiar la forma en que nuestras firmas enfrentan el futuro en la era tecnológica.
Muchas organizaciones, incluida IFAC, son sensibles a la necesidad de apoyar a los miembros que enfrentan estos problemas tecnológicos. El Comité de SMP de IFAC está finalizando una nueva edición de la Guía sobre la dirección de firmas para SMP, que incluirá un nuevo capítulo dedicado a la tecnología y su posible impacto. Los desafíos y las oportunidades que la tecnología ofrece a las SMP pueden ser extraordinarios, y la Guía comparte reflexiones y consejos para el uso eficiente de la tecnología desde la perspectiva de una SMP progresista. Le alentamos a tomar nota de esta próxima publicación, que estará disponible en el sitio web de IFAC.