- English
- | Spanish
El más grande segmento de riqueza en el mundo está escondido.
Lo poseen los Gobiernos, pero los activos se miden mal y se administran mal. Los ciudadanos, que en últimas son los dueños de estos activos, deberían exigir más. Si la “riqueza pública” se midiera y se administrara más adecuadamente y se entendiera mejor, se beneficiaría la sociedad en general. Empero, eso requiere de una contaduría moderna en el sector público y de contadores profesionales que ayuden a crear unas finanzas públicas sólidas.
Si el mundo quiere crecimiento, necesita de contaduría y de contadores en el sector público.
El mercado de acciones global vale alrededor de USD$78 billones, lo cual es aproximadamente equivalente al tamaño de la economía global —o del PIB global—. Este segmento de riqueza lo examinan exhaustivamente en cada momento ejércitos de analistas, corredores, inversionistas, entes de reglamentación, autoridades fiscales y medios de comunicación. La mayoría de la información que se analiza se basa en cuentas auditadas con el uso de normas contables modernas perfeccionadas durante los últimos 800 años. El desarrollo de estas normas contables ha permitido el desarrollo no solamente del mercado de capital, sino también de la riqueza que todos disfrutamos hoy por hoy.
Aunque el valor de los activos públicos es dos veces el de los mercados globales de acciones o dos veces el PIB global, conforme a los cálculos del Fondo Monetario Internacional, sigue estando sin auditar, sin supervisar y sin reglamentar. Peor aún, casi que no se rinden cuentas de este en su totalidad. La mayoría de los Gobiernos, en gran medida, hacen caso omiso a tales activos y al valor que se podría crear a partir de ellos, cuando trabajan en sus presupuestos.
La pregunta es ¿los activos públicos se están utilizando y administrando de la manera más conveniente para los ciudadanos? Lamentablemente, la respuesta probable es no. Es posible que una mejor contaduría no garantice que los activos se administren mejor. No obstante, saber qué activos se tienen y cuánto valen es un requisito previo para la gestión profesional y aumenta las posibilidades de ganancias para la sociedad —en lugar de aumentar impuestos—.
De hecho, la gestión profesional de activos públicos podría producir anualmente, en economías avanzadas, ingresos superiores a los que los Gobiernos reciben en recaudos de impuestos sobre la renta de las sociedades. Eso podría multiplicar los fondos disponibles para inversiones en infraestructura o para los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Los políticos subestiman constantemente o hacen caso omiso completamente al valor de los activos y pasivos públicos, tales como el costo de las promesas pensionales que se le hacen a los trabajadores del sector público. Aunque esto es claramente una muestra de mala gobernanza —si no se le puede llamar directamente corrupción—, se escucha rara vez en el debate político. La razón principal podría ser que eso tiene que ver con contaduría —un tema de interés limitado para muchos políticos—.
Además, de acuerdo con la IFAC, la organización mundial para la profesión contable, solamente el 8% de todos los contadores profesionales están el sector público. La relativa escasez de contadores en el sector público se refleja directamente en la mala calidad de la información que los Gobiernos utilizan en su gestión financiera. Gestionar el rendimiento y la posición financieros sin información sólida es como volar a ciegas en una tormenta. Además, el campo en el que la información financiera es más débil es el de la gestión de activos.
Esto no beneficia a nadie, dado que las malas o riesgosas prácticas contables pueden conmocionar y, en últimas, echar por tierra sociedades enteras. La contaduría nos afecta a todos dado que se hace evidente cuandoquiera que haya una crisis financiera, trátese de bancos, grupos empresariales o gobiernos. Una contaduría adecuada es esencial para el sector público —y, con contaduría adecuada, nos referimos al tipo de contaduría que se ha utilizado en el sector empresarial durante siglos—.
La realidad es que la mayoría de los Gobiernos están anclados en la Edad Media en lo que respecta a la contaduría. Durante demasiado tiempo, los han influenciado los economistas cuya perspectiva sobre la gestión de las finanzas públicas se limita a mediciones sencillas de flujos de efectivo y de deuda. Esto es como tratar de administrar una entidad empresarial moderna utilizando solamente la información disponible a partir de las transacciones en efectivo registradas en los extractos bancarios. La contaduría de empresas requiere de información más compleja que eso. Esto es así también en los Gobiernos.
Para administrar los asuntos financieros de un Gobierno moderno y altamente complejo, la herramienta correcta es la contabilidad de devengo. Un Gobierno moderno necesita una mentalidad diferente, una mentalidad que reconozca que administrar los activos públicos puede producir ingresos para pagar los servicios de atención al ciudadano, financiar inversiones en infraestructura e impulsar la economía —sin aumentar impuestos—. Al igual que en el sector privado, esto significa cambiar el enfoque hacia el patrimonio neto en lugar de un enfoque en el efectivo y la deuda únicamente.
Hasta el momento, solamente Nueva Zelanda ha introducido la contaduría moderna e integrado su balance general con el presupuesto, al utilizarlo como una herramienta para su proceso de elaboración de presupuestos, asignaciones oficiales y entrega de información financiera. Desde las reformas del sector público a mediados de los años ochenta, Nueva Zelanda ha logrado y mantenido un patrimonio neto significativamente positivo cuando otros Gobiernos más comparables como Australia y Canadá o países más grandes como el Reino Unido y los Estados Unidos tienen un patrimonio neto negativo.
Confiamos en los ingenieros que utilizan tecnología moderna para diseñar y construir puentes firmes. Para tener unas finanzas públicas sólidas, necesitamos contadores que utilicen sistemas contables modernos.
Esto beneficiará a las sociedades de hoy y les reducirá la carga a las futuras generaciones.