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Este artículo fue traducido por INCP, Instituto Nacional de Contadores Públicos de Colombia.
Puede que lo anterior suene extraño viniendo de alguien que dirige una organización comprometida con la transparencia y la responsabilidad en la gestión financiera del sector público, pero nunca erradicaremos por completo la corrupción. Eso no quiere decir que no debamos esforzarnos para limitar las oportunidades en las que puedan darse casos de corrupción y es nuestro deber trabajar para quitarle oxígeno.
La corrupción se esconde tras las sombras de todas las economías locales, nacionales e internacionales. Todos los mercados, organizaciones y culturas se enfrentan a distintos niveles de exposición al fraude y de corrupción. No todos los casos son intencionales: estos podrían surgir de la incompetencia, falta de comprensión de los controles y los procesos internos, o de ascender a miembros de la familia sin la responsabilidad adecuada. Sin embargo, la corrupción está motivada principalmente por dos factores: la necesidad y la codicia. Estos son determinantes poderosos y pueden influir con facilidad en el comportamiento de una persona. La corrupción se convierte entonces en un círculo vicioso del que es difícil escapar, pues cuanto más se enreda en él, más difícil es liberarse.
Entonces, ¿cómo podemos cambiar este círculo, que solo beneficia a unos pocos, por un círculo virtuoso de integridad que beneficie a todos? El primer paso es reconocer la difícil realidad de que la corrupción se encuentra en todas partes. El siguiente paso es la prevención. Entre más tiempo y esfuerzo dediquemos a evitar que ocurran casos de corrupción desde el principio, el ambiente que creemos para aquellos que buscan actuar de manera ilegal o irresponsable será menos atractivo.
Un buen ejemplo de un ambiente en el que la corrupción puede prosperar es cuando hay pánico público generalizado, confusión y desesperación. Conforme los gobiernos de todo el mundo luchaban con desesperación por adquirir medicamentos, equipos de protección personal y otros equipos durante la pandemia de la COVID-19, a menudo terminaron gastando millones en contratos cuestionables. En aras de atender una crisis nacional, seguir los procedimientos de adquisición acordados con frecuencia pasó a un segundo plano con el fin de brindar servicios más rápido, pero en varias ocasiones, los gobiernos no tenían nada que demostrara los millones gastados.
La corrupción tiene graves repercusiones para el sector público. Cuando los organismos públicos son víctimas de fraude o negligencia se desencadena una serie de acciones, tales como largas investigaciones y esfuerzos, para tratar de recuperar los fondos perdidos. Pero estas actividades de recuperación utilizan recursos de gran valor y fondos de los contribuyentes que podrían haberse invertido en áreas de mayor beneficio. Un enfoque mucho más rentable es prevenir la corrupción desde el principio, aunque tampoco es una tarea fácil.
En el artículo Compendio de estudios de casos anticorrupción a nivel mundial del Instituto Colegiado de Finanzas Públicas y Contabilidad (CIPFA, por sus siglas en inglés) que se publicó hace poco, desglosamos la prevención eficaz en nueve áreas, como una manera de aportarles a los profesionales explicaciones y ejemplos de las mejores prácticas en todo el mundo. Dichas áreas clave son el cambio cultural, la capacitación y la tutoría, las estrategias de prevención, las evaluaciones de riesgos de corrupción, los conflictos de intereses, la denuncia de irregularidades, la investigación, la tecnología y la sociedad civil.
Este compendio subraya y celebra el hecho de que se hace muchísimo trabajo positivo. Todos estos ejemplos de la vida real demuestran iniciativa, proactividad y creatividad en su respuesta a diversos problemas relacionados con la corrupción. El compendio dibuja un panorama cohesivo de estrategias internacionales exitosas que se utilizan en la actualidad para combatir la corrupción.
El hilo conductor que atraviesa las nueve áreas del compendio es, por supuesto, la educación. Bien sea que eso signifique capacitarse en nuevas plataformas tecnológicas o en cómo identificar riesgos y mitigarlos, la educación es nuestra arma más poderosa en la lucha contra la corrupción. Cuanto más nos podamos educar, más podremos evitarla.
Si la educación es nuestra primera línea de defensa para evitar la corrupción, tal vez nuestra segunda línea sea el profesional financiero. Garantizar que la responsabilidad, la transparencia y el buen gobierno sean los sellos distintivos de una buena gestión financiera del sector público nos ayudará a iluminar las sombras donde prospera la corrupción.
La profesión contable, ya sea del sector público o privado, está en primera fila para prevenir e investigar la corrupción. Una buena gestión financiera genera confianza entre las comunidades, las organizaciones y los gobiernos. Al tener establecidas estructuras sólidas de gobierno y aseguramiento, las personas pueden confiar en que las brechas donde la corrupción puede respirar se reducen de manera significativa.
El Plan de acción de la IFAC para combatir la corrupción y los delitos económicos establece una buena estructura sobre cómo mejorar la contribución de las profesiones contables para combatir la corrupción en todas sus formas. En este se reconoce que, si bien la profesión contable es una parte importante de la solución, no puede tener éxito por sí sola. Solo se tendrá éxito con otros socios clave, como los son las agencias gubernamentales, los líderes políticos y la colaboración del sector público/privado. La capacitación y educación del personal de una organización, desde el personal de servicios generales hasta el director ejecutivo, también tendrán un papel vital para lograr el éxito. Es importante recordar que es posible que las consecuencias de la corrupción no siempre sean financieras, pues esta también representa un riesgo significativo para la reputación.
El próximo año, el CIPFA lanzará su nueva calificación internacional en evaluación de riesgos de corrupción. Esta emblemática calificación tiene como objetivo aprovisionar al profesional con todas las habilidades que necesita para identificar riesgos y cerrar las brechas que dejen a sus organizaciones en una posición de vulnerabilidad frente a la corrupción. La prevención, junto con la investigación, forman las dos caras de una moneda muy importante.
Al trabajar juntos y comprender el poder de la educación, podemos estar un paso más cerca de acabar con las prácticas corruptas. Terminemos con el círculo vicioso que solo beneficia a unos pocos y creemos uno nuevo que nos beneficie a todos.
La publicación gratuita del CIPFA ‘Prevención de la corrupción: compendio de estudios de casos a nivel mundial’ ya está disponible.